La migración, como cualquier fenómeno social, requiere ser mirado con lentes de género, porque en su devenir destacan elementos distintivos que son importantes tener en cuenta al momento de diseñar políticas públicas dirigidas a atender las razones y consecuencias de estos movimientos humanos. Sin embargo, el alcance de los análisis en esta materia usualmente es limitado porque la mayoría de los organismos productores de información no desglosan los datos por sexo.
Las mujeres representan algo menos de la mitad de la población mundial de migrantes internacionales, es decir, 135 millones (48,1%) para el 2020, según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (DAES): “La proporción de mujeres migrantes ha disminuido desde el 49,4% en el año 2000 hasta el 48,1% en 2020, mientras que la proporción de hombres migrantes aumentó desde el 50,6% en el año 2000 hasta el 51,9% en 2020”
En Venezuela, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2021) la migración reciente muestra un perfil caracterizado por la preeminencia del componente masculino en edades jóvenes, que “dejó el país fundamentalmente por la necesidad de buscar trabajo y se ha dirigido principalmente a países de la región como Colombia, Perú, Ecuador o Chile”. La investigadora líder de este estudio, profesora Anitza Freitez declara: «Nuestra migración es principalmente masculina. Eso ha llevado a que sean las mujeres las que terminan asumiendo la jefatura del hogar y a que tengamos un porcentaje de hogares encabezados por mujeres por encima del 50%. No hay ningún otro país en América Latina que tenga un nivel de jefatura femenina tan elevado. El promedio de la región está en el orden del 36%». Vemos entonces que las consecuencias las viven no solo quienes migran sino los familiares que permanecen en el país de origen.
La violencia contra las mujeres como causa y consecuencia de la migración
Otros organismos, por el contrario, reportan que la migración femenina más bien va en ascenso sobre todo en la región latinoamericana e identifican que las razones que las llevan a salir de sus países tienen que ver con la propia desigualdad, exclusión y violencia de género que sufren por su condición de ser mujeres.
Una vez que deciden migrar, es posible que ellas sufran una mayor discriminación, sean más vulnerables a los malos tratos y experimenten una doble discriminación en su país de destino, en comparación con los hombres migrantes.
La Organización Internacional de Migración de Naciones Unidas ha expuesto que “la migración femenina puede dificultarse con problemas en el ámbito familiar, como el acceso a una pensión alimenticia, la patria potestad de los hijos o un trámite de divorcio: “las mujeres y las niñas pueden verse enfrentadas a situaciones de violencia, trata y tráfico de personas, secuestros, abusos sexuales y discriminación. Por ello, las cuestiones de género son clave para entender el fenómeno y combatirlo hasta la igualdad real, también aquí”.
Desde ONU Mujeres se reportan algunos hallazgos interesantes en la migración centroamericana que ejemplifican las mencionadas especificidades por género: 1. Hay mayor estabilidad migratoria respecto a los pares hombres. Es decir, al llegar al país de destino, las mujeres buscan establecerse a largo plazo y, para evitar poner en riesgo su integridad física, procuran no hacer otro viaje. 2. Sus estrategias de viaje son menos visibles que las de los hombres. Ellas utilizan vías alternas a las rutas más conocidas de tránsito de migrantes. Por ejemplo, la mayoría evita el tren de carga; se alojan en hoteles o casas de huéspedes en lugar de los albergues; contratan los servicios de personas dedicadas al tráfico ilegal de migrantes para cruzarlas de un lado al otro de la frontera (popularmente conocidos como “coyotes o polleros”; tramitan documentación falsa; eligen rutas carreteras en las que pueden viajar en autobuses, tráileres, taxis y autos privados, y se vinculan con transportistas para realizar parte de su recorrido.
“Aunque las mujeres logran cruzar el territorio mexicano de forma más eficaz que los hombres gracias a sus estrategias de viaje, esto no quiere decir que su tránsito por el país esté libre de violencia o que esté garantizada su seguridad física”, advierten.
De aquí que la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) en su Recomendación General 26, reconoce las implicaciones que tiene en la vida de las mujeres el proceso de migración, así como la vulnerabilidad de las trabajadoras migrantes y como producto de ello, invita a promover y proteger los derechos humanos y laborales de las trabajadoras migrantes e impulsar sus derechos económicos y su empoderamiento.
Hablan las expertas
Para entender mejor cómo se vive una experiencia tan intensa como esta, conversé con dos expertas en la materia, Pamela Astudillo, consultora en materia de comunicaciones y transformación cultural y Yiniba Castillo, licenciada en Ciencias Políticas con diploma en Género, familia y políticas públicas, postítulo en Biología del Conocer y las Comunicaciones Humanas, tesista del Magíster en Género y Cultura, mención Ciencias Sociales, de la Universidad de Chile y Co-fundadora de Fundación Proyecto Mujeres (Maracaibo, Venezuela). Ambas son migrantes venezolanas en Chile y co-fundadoras de la Fundación Mujeres Migrantes, con amplia experiencia en el trabajo con otras mujeres que decidieron salir de sus países de origen y están haciendo comunidad en nuevos nichos de acogida.
Al plantearles este tema lo primero que comparten conmigo es la idea de que históricamente, desde el conocimiento de migración más arraigado que tenemos -la de Ulises- que vive añorando volver a Itaca, siempre fue el hombre quien salió de su espacio de confort a buscar nuevas posibilidades. Hoy, podemos decir que ha ido en aumento la cantidad de mujeres que salen de su lugar de origen como cabezas del hogar nuclear y extendido. Por acá comparto sus visiones acerca de este fenómeno.
¿Cuáles son las principales razones que llevan a las mujeres a migrar a otro país? ¿Algún elemento distintivo o vulnerabilidad adicional en comparación con los hombres que ustedes hayan podido identificar?
Pamela: Las razones por las cuales una mujer deja su lugar de origen son muy variadas. Hay tantas razones como mujeres migrantes. Sin embargo, las explicaciones de la migración se concentran en el tema económico. Mujeres que buscan ayudar a sus hijos o sus padres y se van a un lugar donde se les retribuya de mejor manera por su trabajo. Si comparamos la retribución que reciben por sus labores en su país de origen y en el país que las recibe, siempre el balance es positivo, de tal manera que emprende la travesía. Sin embargo, al llegar al país receptor aparecen ciertas inequidades de género que se acentúan con la condición migratoria.
…Ocurre en algunos casos que la mujer migrante está sobre calificada para ejecutar una tarea. Se le contrata, por ejemplo, para estar a cargo de la caja y termina realizando labores de supervisión de personal. Trabaja como cuidadora de niños y es enfermera o profesora. Eso por mostrar algunos ejemplos que hemos recogido en la Fundación Mujeres Migrantes a través de nuestros conversatorios. Esto trae consigo el hecho de que se le remunere por debajo de lo que corresponde por las tareas que realiza. Cierto es también que hay muchos casos en los que la mujer migrante entrega un CV donde no coloca, por ejemplo, que hizo un post grado, una carrera, un diplomado, para -precisamente- poder insertarse laboralmente de manera rápida y así poder generar ingresos de forma más expedita.
…En comparación a los hombres, ocurre que a la mujer migrante se le estigmatiza y se le objetiviza. Hay casos en los que mujeres migrantes que son administradoras son estancadas en puestos de recepcionistas porque “son mujeres bellas”, “porque es más exótico”, entre otras argumentaciones que dejan al descubierto que la mirada del otro las encasilla alejándolas de oportunidades de crecimiento profesional.
…Por otra parte, en todos los oficios la mujer migrante da cuenta de cuán vulnerable es y expuesta está a los abusos sexuales, extorsiones y manipulaciones en los ambientes laborales en virtud de su situación: escasas o nulas redes de apoyo y la total dependencia de un solo ingreso que mantiene no sólo a la mujer que trabaja sino también a su familia nuclear y en ocasiones a sus familias extendidas que, por lo general, habitan en el país de origen.
Yiniba: Es interesante hablar de motivaciones porque esta es una narración que nos hacemos y que, aunque enmarcada en un contexto posiblemente nacional o regional, se conjuga con aspectos muy personales. A grandes rasgos es posible decir que las motivaciones principales son las mismas que las masculinas (económicas y políticas), pero hay otra lista de razones que no son tan frecuentes de escuchar y que sin embargo están presentes, como la salida de una situación de violencia intrafamiliar y de género, la búsqueda de autonomía, la reunificación familiar, cuidado de otros, etc.
¿Qué ganan los países receptores de migración femenina y al mismo tiempo a qué le temen más?
Pamela: Todo dependerá del país que reciba la migración. En el caso de Chile, por ejemplo, su población tiene cada vez menos hijos, generando lo que denominan una población envejecida. La presencia de mujeres migrantes jóvenes supone un aliento en las dinámicas de crecimiento poblacional. Algunos registros del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile muestran cómo más del 80% de la población migrante está entre los 15 y 59 años de edad. También, para la opinión pública chilena es importante la generación de nuevas consumidoras, quienes tienen en sus manos poder para adquirir, lo que dinamiza la economía.
…A lo que más se le teme es a la competencia desleal en materia laboral y a que los migrantes, en general, les quiten a los nativos sus puestos de trabajo. Hasta el 2016 las estadísticas demostraban que conforme aumenta el flujo migratorio no hay disminución en las ofertas laborales. Así mismo se teme que, por la misma “competencia desleal” muchos migrantes trabajen más por menos dinero. Entre 2010 y 2016 se registró un aumento en los ingresos de manera sostenida, al igual que un aumento en el ingreso de migrantes al país.
Yiniba: Las mujeres actualmente están migrando tanto como los hombres, y lo que ganan depende mucho de la oleada si lo vemos en términos economicistas. Dada la división sexual del trabajo, el «recurso económico» que el grueso de las mujeres migrantes representa se aprecia menos que el masculino, pues sus trabajos suelen estar más puertas adentro, en el espacio doméstico. Pero de nuevo, depende de la oleada de la que se hable. En el caso particular de la migración venezolana en Chile, con pocos datos disgregados por género, sabemos que las estadísticas indican más años de escolaridad y mayor ingreso promedio.
…Sin embargo, son datos que nos dejan a ciegas sobre la experiencia particular femenina. Chile además, como buen país temeroso de su estabilidad económica, teme a la migración en su totalidad como amenaza de pobreza, pero celebra paralelamente cómo la ola migrante venezolana está fortaleciendo el mercado a través del consumo y rejuvenece la fuerza laboral por la edad promedio de quienes migran (37 años, según encuesta CASEN) y una mayor tasa de natalidad.
¿En qué tipos de trabajos se concentran las mujeres cuando migran? ¿con cuáles dificultades se encuentran al buscar trabajo?
Pamela: La gran mayoría de las mujeres migrantes entran al mundo laboral con trabajos de cuidado a niños y ancianos. Contadoras que cuidan abuelos, politólogas que ayudan a adolescentes a mejorar su inglés. Esto es muy potente. Los brazos que arrullan a niños chilenos escuchan taratear canciones venezolanas, la cultura se transforma inevitablemente. La frontera es una ilusión cuando vemos escenas como estas. Mientras que gobierno trata de controlar la entrada de extranjeros, las mujeres migrantes están hace mucho en las fibras más íntimas del entramado cotidiano del país que las acoge.
Yiniba: Los trabajos más frecuentes son los de cuidados y aseo doméstico, dada la división sexual del trabajo. Las mayores dificultades que hemos escuchado están relacionadas a la regularización, pero se suman dificultades particulares asociadas al género como el acoso sexual laboral, la carencia de redes de apoyo para el cuidado de los hijos, la violencia intrafamiliar, entre otras.
¿Consideran que las voces de las mujeres migrantes están representadas en las políticas destinadas a protegerlas y darles asistencia?
Pamela: Muy poco. Vivimos un tiempo en el que apenas se escuchan los voces de las mujeres nativas. La escucha a la mujer migrante es tan tenue, que se diluye en la gran conversación pública y altisonante que tiene Chile en estos días.
Yiniba: No. En este momento las políticas del gobierno chileno a nivel nacional están, tácita o explícitamente, desconociendo el derecho a migrar. La violencia con la que se ha expulsado, se han comunicado dichas expulsiones, se han desconocido solicitudes de regularización y se pretende (discursivamente por ahora) criminalizar a las ONG’s migrantes es vergonzoso y ha llamado la atención (aunque con respuestas tímidas) por parte de organismos internacionales. A nivel municipal se ven mejores esfuerzos, pero por supuesto no llegan a ser suficientes y tienen un marcado corte asistencialista. Esperamos que el cambio de gobierno de 2022 cambie el panorama
¿Qué es la Fundación Mujeres Migrantes y qué acciones ha realizado hasta ahora?
Yiniba: Somos una organización nacida en 2018, con un trabajo centrado en generar espacios de conversación y contención alrededor de la experiencia migratoria de las mujeres. Aunque nos tomamos un largo descanso en los últimos meses, hemos realizado más de 30 encuentros con un promedio de 150 mujeres migrantes «alcanzadas» por estas convocatorias. Además, hemos realizado algunas otras actividades extra según hemos ido leyendo en las necesidades de la comunidad que hemos ido formando, como los «Encuentros de mujeres Migrantes» que se centraron en charlas sobre trabajo y empoderamiento o como el «Taller de autorretratos Narrativos» que se enfocó en reflexionar sobre la identidad en el importantísimo momento de introspección que fue la pandemia.
Pamela: Vemos el trabajo de Mujeres Migrantes y percibimos que nos hemos propuesto una tarea delicada, que hila fino en la psiquis de las mujeres que migran. Primero recogemos – a través de conversatorios sistémicos-, testimonios espontáneos y genuinos del modo como viven la migración las mujeres, queremos conocer y comprender, y visibilizar la pauta que conecta, aquello que nos une. Es un método de hacer registro muy alejado de las frías estadísticas o las encuestas a quema ropa que sólo dejan ver el discurso pre-fabricado del modo de vivir la migración que tanto dolor genera. Además de la inserción laboral, otro asunto que más bien ayuda a que esto ocurra en un marco de justicia y proyección, es disminuir la brecha entre el modo cómo se percibe la mujer migrante y cómo la perciben los nativos y en este sentido, autorretratos migrantes tiene un gran valor.
Yiniba en tu trabajo de tesis presentada recientemente muestras la importancia de conocer las historias y vivencias de la población migrante de mujeres. ¿podrías nombrar los principales hallazgos derivados de sus experiencias en ese proceso de adaptación a un nuevo entorno?
Más que un hallazgo, el acento más notable de mi investigación lo puse en la demostrada capacidad de agencia de las mujeres migrantes. Parece una obviedad, pero incluso fue una discusión con uno de los jurados evaluadores y es frecuentemente olvidada por les investigadores más tradicionales. Cuando leo sobre migración, siendo yo una mujer migrante, leo un trasfondo en el que parecemos arrastradas por oleadas sistémicas sin que haya una decisión individual o un relato de vida en el que aquello sea coherente. La sorpresa de mi investigación entonces fue encontrarme con que, luego de pasado el tiempo más duro y encontrarse moderadamente adaptadas al nuevo entorno, las mujeres migrantes son (y somos) capaces de contar historias muy distintas sobre sí mismas y sus trayectos, demostrando que aun siendo unas sujetas sistemáticamente oprimidas por las distintas vulnerabilidades que se interseccionan en su experiencia, toman y tomamos decisiones en ejercicio de nuestra capacidad de agencia que encausan nuestros relatos de vida.
¿Qué recomendaciones harían ustedes a las mujeres migrantes antes o después de haber migrado con miras a mantener su salud física, mental y bienestar integral?
Ambas concuerdan que el mejor consejo que pueden dar es hacer un esfuerzo activo por construir redes de apoyo. A través de una organización como Mujeres Migrantes, a través de amistades o la comunidad de residencia; lo importante es echar raíces a través de las personas alrededor. Eso, a la larga, puede hacer la diferencia entre vivir y sobrevivir.
Gracias Yiniba y Pamela por ayudarnos a entender mejor este complejo proceso humano.
Es un desafío lograr que la integración social, económica y cultural de las migrantes sea un tema de agenda permanente en la comunidad internacional, de los gobiernos nacionales, así como de las organizaciones feministas de la sociedad civil que defienden los derechos de las mujeres en todo lugar y circunstancia. Seguimos atentas.