En este camino del activismo por la defensa de los derechos humanos, un apoyo fundamental para hacer visible la discriminación que sufren particularmente las mujeres en diferentes ámbitos, reside en los medios de comunicación social. Apelando al ideal de solidaridad y sororidad, muchas hemos acudido a las profesionales dentro del periodismo nacional e internacional para que, sensibilizadas en el tema, amplifiquen nuestras voces e impulsen las banderas feministas hasta un lugar destacado de la agenda pública.
Las periodistas efectivamente han trabajado codo a codo con muchas de nosotras, escuchándonos, asesorándose, investigando y publicando con sentido ético y alto compromiso periodístico, una realidad que muchos desestiman y descalifican porque les interpela ante sus propias prácticas y privilegios machistas. Sin duda alguna, se ha avanzado muchísimo en la documentación y denuncia a través de los medios masivos en los últimos años.
Sin embargo, ellas mismas, como todas las mujeres, están a merced del sistema machista, viviendo en sus propios trabajos las desigualdades sociales que intentan denunciar. Muchas enfrentan obstáculos estructurales y prácticas discriminatorias que las excluyen e impiden ejercer su labor en iguales condiciones que los hombres: están subrepresentadas en las posiciones de poder, son escasas las dueñas de grandes empresas en este sector, reciben mayor proporción de ataques a su labor periodística que sus colegas masculinos, sufren la brecha salarial y además, son víctimas de varios tipos de violencia que ponen en peligro su seguridad, registrándose casos que van desde acoso, amenazas altamente sexualizadas, estigmatización, expresión de odio sexista, “trolling”, agresión física, violación e incluso el asesinato.
Ataques en línea y en persona
Este año, la UNESCO pidió a la comunidad internacional reconocer cada vez más los riesgos específicos a los que se enfrentan las mujeres periodistas tanto en línea como fuera de ella y revisar las medidas específicas adoptadas por los Estados miembros para abordar su seguridad cuando reportan y denuncian discriminación y opresión.
El 30 de abril de 2021, se presentó el proyecto “The Chilling: Tendencias mundiales de la violencia en línea contra mujeres periodistas”, en el marco de la Conferencia Mundial de Libertad de Prensa. Informaron allí que el 73% de las mujeres periodistas ha sufrido alguna vez acoso en línea relacionado con su trabajo y que, después de Internet, el 58% indica el lugar de trabajo (salas periodísticas) como un entorno en el que se han cometido agresiones sexistas. Recordemos que el movimiento #MeToo surgió gracias a unas periodistas, quienes fueron las primeras en denunciar casos de hostigamiento y acoso sexual en sus lugares de trabajo.
Las especializadas en los derechos de las mujeres son las más amenazadas y también las que se ocupan de la información deportiva o política, quienes reciben descalificación y burlas por atreverse a opinar en temas usualmente masculinizados. Los ataques aumentan cuando hablan de temas que retan los valores conservadores como el aborto y derechos sexuales y reproductivos, o cuando expresan simpatía por las causas feministas.
Un estudio interdisciplinario realizado por el Centro Internacional de Periodistas (ICFJ), basado en una encuesta mundial con más de 900 periodistas, 15 estudios de casos, análisis de macro datos de más de 2.5 millones de publicaciones en redes sociales y entrevistas a más de 170 periodistas y expertos, reveló que “los ataques en línea contra las mujeres periodistas son frecuentes, organizados y están indisolublemente vinculados con la desinformación y la política populista”. Se entiende que las amenazas que reciben tienen la intención de acallar sus voces y socavar la libertad de expresión, particularmente para aquellas que ya están en desventaja por motivos de raza, religión u orientación sexual.
El cambio posible
Algunas ideas pueden ayudar a revertir esta situación. Los temas de género pueden quedar relegados cuando los tomadores de decisiones son exclusivamente varones. Por ello, los empleadores y directivos de los medios deben sensibilizarse y darles el apoyo que requieran sus mujeres periodistas para que ejerzan su función con más seguridad y que no sean atacadas por atreverse a hablar. Promoverlas a editoras de contenido y otras posiciones de poder, para que la información género sensitiva se maneje de forma balanceada y tenga un espacio destacado y frecuente.
Aunque pocas, tenemos buenas referencias en América Latina de mujeres que están al frente de proyectos periodísticos o ejerciendo carrera en medios que están abiertos a revisar esa mirada patriarcal que todavía pervive en el seno de muchas redacciones. Sin duda alguna ellas pueden ser fuente de inspiración y empoderamiento para las periodistas y estudiantes que estén dispuestas a romper los roles y estereotipos tradicionales, cuando se trata de dar a conocer las desigualdades que existen en el mundo.
Desde los organismos de cooperación internacional se están adoptando medidas para abordar la cuestión de la seguridad de las mujeres periodistas con diversos proyectos que buscan poner un límite a la violencia perpetrada en su contra: #LasPeriodistasTambién. Apoyar estas campañas es fundamental para hacer visible el problema.
En las carreras de comunicación social se debe orientar el pensum de estudios para aplicar enfoque y perspectiva feminista en todos los temas que aborden, así como formar a hombres y mujeres en un periodismo crítico que asuma su rol transformador, de una sociedad llena de inequidades e injusticias, a una donde la libertad y la igualdad sean los valores fundamentales.
Desde el movimiento feminista debemos también acompañar a nuestras aliadas para que no se sientan solas en esa labor, para que no tengan que autocensurarse, ni callar, ni cerrar sus redes sociales por la ansiedad o el impacto psicológico que genera el estar expuestas a ataques cuando firman sus reportajes. Las propias periodistas deben agruparse en redes que les den soporte y una plataforma de trabajo colectivo por la defensa de sus propios derechos.
La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres necesita libertad de expresión plena. Protejamos a las periodistas defensoras de los derechos humanos de las mujeres, porque ellas son particularmente vulnerables a las agresiones de un sistema que se resiste a ser erradicado.
Quiero expresar mi admiración a las valientes Luz Mely Reyes, Josefina Ruggiero y Laura Weffer por llevar impecablemente las riendas de Efecto Cocuyo y mi agradecimiento por hacer de este, un medio solidarizado interna y externamente con el movimiento feminista. ¡Feliz Día de las y los periodistas!