Economista, Profesora de Economía y del Centro de Estudios de la Mujer-UCV. Dra. en Ciencias Sociales. Lucha por los D.H. de las Mujeres. Directora CEAPFACES UCV
P: ¿Cómo se inició en el mundo del feminismo o en la lucha por los derechos de las mujeres?
R: Empecé desde los 12 años en la lucha política, en plena dictadura de Pérez Jiménez. Seguí durante muchos años, me vi en riesgo en Maracay y por eso me vine a Caracas. Entré a la universidad y en ese momento mi lucha era contra la dictadura; aunque éramos muchas muchachas incorporadas, no era una lucha específicamente con respecto a los derechos de las mujeres. A pesar de que no fue mi caso, se veían muchos en los que la mujer debía cuidar no ser descubierta que estaba relacionándose con la política. En ese momento nosotras éramos las piezas para la movilización contra la dictadura. Éramos pocas las mujeres dirigentes y muchas otras mujeres de Acción Democrática fueron perseguidas. Yo tenía un novio que era cristiano, un dirigente que me dijo que tenía que dejar mi novio por sus creencias, boté al partido de la Juventud Comunista y me quedé con el novio. Luego, tuve que botar al novio porque no le gustó que estuviese metida en la política. Cuando entro a la universidad en 1956, sigo con mi militancia, luego me casé y fui yo la que mantuve a mi familia. Empecé a conocer a muchas de las mujeres que serían fundamentales para mí en ese relacionamiento con esta lucha como: Isabel Carmona y Esperanza Vera. En 1959 ya había caído la dictadura y voy por la Federación de Centros Universitarios al primer Congreso Latinoamericano de Juventudes y de Mujeres a Chile. Fue un espacio de aprendizaje importante, había más hombres que mujeres en el Congreso Latinoamericano de Juventudes. En el Congreso Latinoamericano de Mujeres, también conocí a una pila de mujeres dirigentes.
En el período de los 60, empezamos a conocer sobre la cuestión feminista. Ya había movimientos en países más de avanzada como en Europa y Estados Unidos. Nosotras éramos más políticas que feministas, pero ya existía la idea que las mujeres debíamos avanzar en los espacios de poder de nuestros partidos, organizaciones, candidaturas, etc. Eso se fortalece mucho con la venida a Venezuela de una serie de compañeras italianas porque nos permitió conectar más con ese movimiento y dio claridad con respecto a qué queríamos tanto de la política, como de la sociedad. En los órganos de representación hasta el día de hoy, hemos tenido una proporción ínfima de mujeres. La lucha dio sus frutos y permitió que tanto personalmente, como en las tareas que hacíamos en academias, trabajos, o áreas de especialización, diéramos una batalla por ampliar ese espacio de participación y de reconocimiento de las mujeres. El problema es que esa participación no nos ha garantizado una representación justa ni adecuada para fortalecer el movimiento popular, en partidos, sindicatos, gremios e incluso en áreas donde las mujeres a nivel popular se dedicaron a hacer un trabajo importante por las comunidades.
Me he dedicado y he participado en las teorizaciones sobre este problema no sólo en las universidades si no en el país. La experiencia internacional me hizo profundizar en la teoría política de género, para ver qué es lo que pasa, por más que participemos, por más que estemos presentes, no somos escogidas. Nosotras no hemos tenido la fortaleza suficiente para dar una torcedura a esa situación real que hay en todos lados. Por infantilismos del feminismo, claramente ha llevado a que muchísimas mujeres no participen, no les interese o nos vean como unas locas, que somos cercanas a la prostitución en algunos casos, que somos demasiado beligerantes para el gusto cultural y social mundial. Es lamentable, porque no se logra que esté pareja la realidad. Las mujeres no somos un grupo minoritario, somos la mitad de la población.
P: ¿Hubo algún acontecimiento específico donde usted sintió que debía alzar su voz?
R: Eso lo hicimos siempre, las mujeres no estuvimos calladas. A pesar de la participación, de todo lo que hemos dado durante las dictadura y estructuración de la sociedad, no hemos tenido ni remotamente la presencia justa y adecuada para impulsar estas ideas de avanzada feminista. Si hemos hecho, pero no en la proporción que corresponde a las luchas.
Luego de toda la revolución estudiantil y por fortuna muchas de esas mujeres de conciencia y lucha feminista, empiezan a acceder a las universidades y desean garantizar un sustrato científico al feminismo. Se desarrollan las teorías de género, las cuales analizan el tema de la sociedad en general para hombres y mujeres. Empezamos a fundar centros de estudios, de análisis. Empezamos a dar clases sobre temas de género y de ahí sale la propuesta para el Centro de Estudios de la Mujer. Aquí es el inicio del primer Centro de Estudios de la Mujer ubicado en la UCV. Evangelina García Prince era la ministra de la mujer e inmediatamente al plantear la propuesta, ayudó a que se formara una red de mujeres que trabajábamos en estos temas (Red de Estudios de la Mujer) y colaboró en un Centro de Estudios que garantizara investigación, docencia y extensión en los temas de mujeres. Esto fue un gran avance, ya que nace con la visión de apoyo para todo lo que era como extensión de todos los organismos de mujeres, tanto comunales, sindicales y de todos los tipos. Las tres áreas más fundamentales: laboral, violencia contra las mujeres y mujeres en general. Se ha prestado servicio en el Centro para las mujeres en tema de violencia, para que las estudiantes hagan investigaciones sobre tema de género o feminismo. Se hizo la petición de las especializaciones, maestrías y vamos por el doctorado sobre los Estudios de la Mujer.
P: ¿Cuál considera su mayor logro dentro de esta lucha por los derechos de las mujeres?
R: Yo diría que uno es ser una de las iniciadoras del Centro de Estudios de la Mujer. El otro es que se ha abierto en los partidos y en las mujeres sobre todo en materia política, una preocupación; y no he sido yo sola, pero hemos estado mujeres como parte importante de esos estudios de la mujer, impulsando esa toma de conciencia en las mujeres políticas, académicas y de las comunidades. Ver que ha habido avance en la propia conciencia de las mujeres es la mayor importancia. Se ve ahora mujeres de la comunidad que te orientan. Me da mucha alegría también que en el seno de la política se ha tomado un poco más de conciencia, no diría que, en todas, pero sí en la mayoría. Aunque no se ha expresado en un avance real de las mujeres dentro del seno de los partidos, pero hay más conciencia de las mujeres en esa materia. Deseo hacer una investigación para precisar cómo han sido dichos avances. Espero que pueda ser uno de mis últimos trabajos para la universidad y para la sociedad venezolana –si no es el último-.
P: ¿Cómo visualiza usted nuestra sociedad en un futuro no muy lejano?
R: Se viene viendo ese avance a nivel mundial, la conciencia y el relacionamiento. Se cerró la UCV en 1951, esto conmovió y se tradujo en una ampliación de la participación; pero esa ampliación es cada vez mayor, cada vez más clara, con más formación, sabiendo a dónde se quiere ir, con más deseos por mejorar nuestra calidad desde el punto de vista de la formación. Yo tengo mucha confianza, a pesar de que muchas mujeres no les interesa la política o centros de estudiantes, en el hecho de que muchas hayamos tenido conciencia y también muchos hombres. Se debe tener muchos hombres aliados que potencien esta participación de las mujeres, porque si cambian el machismo, pueden ser capaces de tener otro comportamiento, crianza y trato hacia las mujeres. Buscar de impulsar el empoderamiento de sus hijas, esposas y de toda la sociedad. Las mujeres no solo somos las desempoderadas. Una de las luchas más importantes que tenemos las mujeres es la de ampliar los espacios en la lucha masculina, en sus propios familiares y sobre todo en las universidades, sindicatos. Tiene que haber una incorporación de los hombres ya que ellos son los que han tenido el poder. Creo que ha habido muchos avances, pero aún somos 21% en el congreso, no somos 50%. La mujer debe tomar conciencia de sí misma, de su potencialidad y que la desarrolle.
P: Cuál sería el mejor mensaje que podría dejarle a las nuevas generaciones?
R: El gran mensaje que yo podría dar es que entiendan que los países lo debemos formar ciudadanos y ciudadanas; por tanto, la participación política, económica, social, la lucha de los derechos de cualquier tipo, lo debemos realizar todos. En la medida en que todos lo hacemos se logra el buen desarrollo. La gente que no participa no conoce sus derechos. Entonces esa socialización ciudadana es uno de los grandes retos que tenemos. Si en los estudios nunca abres la boca y crees que es leer tres libros y sales con todas las sabiendas, no vas a llegar ni a la esquina. Creo en la capacidad ciudadana, en la gente que participa, que trabaja. Las mujeres tienen que valerse por sí mismas, estudiar, trabajar; no pueden esperar al príncipe que las va a mantener, porque luego las maltratan desde todo punto de vista. Debemos educar así a nuestra familia y nuestra sociedad. El desarrollo si no es humano y sostenible, no es desarrollo; y sin las mujeres no hay desarrollo humano posible, pero tampoco hay democracia.
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Escuchemos su testimonio de viva voz
Entrevista realizada por Valeria Aponte