2020 es el Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería y este 12 de mayo se celebró, como todos los años, el Día Mundial de la Enfermería por la fecha de nacimiento de Florence Nightingale en 1820, enfermera británica notable y precursora del modelo de atención como lo conocemos hoy. Desde 1965 se destaca esta fecha como un día para rendir homenaje a quienes aportan sus conocimientos para salvar vidas.
Como una acción notable, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Confederación Internacional de Matronas, el Consejo Internacional de Enfermeras y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), líderes del ámbito de la salud, lanzaron la campaña mundial “Nursing Now”, para pedir a los gobiernos, los profesionales sanitarios y los usuarios de los servicios que valoren a las enfermeras y aboguen por su liderazgo para prestar cuidados de la mejor calidad, por considerar que ellas son el eje de los sistemas sanitarios y desempeñan un papel crucial tanto en la promoción de la salud como en la prevención, el tratamiento y los cuidados.
Hay enfermeros también
Todo el mundo relaciona la enfermería con enfermeras. Que cosa que, hasta quienes más se oponen al uso del lenguaje inclusivo, se refieren al “genérico” enfermeras, para incluir a quienes se dedican a esta rama del sector salud. Al citado día lo llaman Día de la Enfermera, en lugar de la Enfermería, como corresponde.
Incluso la OMS, organismo que debiera velar por la aplicación de perspectiva de género en sus publicaciones, lo pone en estos términos: “El personal sanitario consta de todas las personas que participan en acciones cuya intención primaria consiste en mejorar la salud. Esto incluye a los prestadores de servicios de salud, como los médicos, enfermeras, parteras, farmacéuticos y trabajadores sanitarios de la comunidad, así como al personal de gestión y auxiliar, como los administradores de los hospitales, los gestores de los distritos sanitarios o los trabajadores sociales, que dedican la totalidad o parte de su tiempo a mejorar la salud”
Las mujeres son enfermeras y parteras. Los hombres son médicos, farmacéuticos, gestionan y administran. Las mujeres asisten y auxilian, los hombres deciden y lideran. Tanto estereotipo sexista en un solo párrafo y por parte de un organismo de tal envergadura es como para preocuparse. Porque el problema es que, como ya sabemos, el lenguaje es generativo, confecciona realidades, preconfigura mandatos culturales y hasta que esto no cambie radicalmente, seguiremos teniendo la balanza social mal equilibrada.
Lo cierto es que el grueso de la atención sanitaria está a cargo de mujeres
A escala mundial, las mujeres representan el 70% de quienes trabajan en la atención al público en los sectores de salud y sociales, como enfermeras, parteras, personal de limpieza y lavandería. Qué mejor reflejo de la división sexual del trabajo que éste. El tema de los cuidados asignados a las mujeres una vez más, de forma muchas veces precaria, mal remunerada, infravalorada y poco reconocida.
El pasado martes 7 de abril, la misma OMS presentó el informe “El estado de la Enfermería del mundo 2020: invertir en educación, empleo y liderazgo” el cual presenta un análisis exhaustivo de la situación de la enfermería actual. Entre otros hallazgos indica que la enfermería es el grupo ocupacional más numeroso del sector de la salud, ya que representa aproximadamente el 59% de las profesiones sanitarias y recomiendan a los gobiernos a generar al menos seis millones de nuevos empleos en enfermería para 2030, en particular en los países de ingresos bajos y medianos, con el objetivo de contrarrestar la escasez prevista y corregir la inequidad en la distribución de los profesionales de enfermería en todo el mundo.
Más posibilidades de contagiarse
Siendo las enfermeras la mayoría de quienes realizan labores sanitarias en la primera línea de emergencia frente al COVID19, su riesgo de infección es más elevado. A pesar de que prodigan un enorme cuidado a los enfermos por coronavirus, pocas veces reciben la atención que ellas mismas necesitan. Las mujeres sobreviven más que los hombres a esta enfermedad por razones que aún se están investigando, pero esa ventaja diferencial en tiempo de vida no siempre se acompaña de buena salud.
Según ONU MUJERES, ante la pandemia, “si bien debe prestarse atención para garantizar las condiciones de seguridad para todas las personas que prestan cuidados, las enfermeras y cuidadoras requieren especial atención —no sólo en el acceso al equipo de protección personal como máscaras, sino también a otras necesidades como productos de higiene menstrual—. Estas necesidades, que pueden obviarse fácil e involuntariamente, son esenciales para garantizar el buen desempeño de las mujeres”.
Si ellas son las más expuestas, es imprescindible contar con estrategias de protección especial para mitigar el alto riesgo que estas mujeres confrontan, no solo por contagiarse, sino por el estrés, temor y demás traumas emocionales que conlleva atender una emergencia como ésta. Sobre todo, pensemos en las enfermeras que salen de su turno cargado de trabajo duro y se dirigen a sus casas a atender hijos e hijas, adultos mayores, hacer comida, lavar ropa, resolver tareas, a seguir cuidando.
Eliminar sesgos de género en la salud
A largo plazo, tenemos que diseñar políticas para alentar a más varones a considerar la enfermería como una profesión vocacionalmente elegible y apta para sus intereses y no como una debilidad. El equilibrio en profesiones de ciencia, ingeniería y matemáticas, con la necesidad de promover más participación femenina, también debería considerar equilibrar las áreas en las que los hombres están subrepresentados.
Los cuidados dentro y fuera del hogar deben dejar de ser un asunto de mujeres y pasar a ser un asunto de personas atendiendo personas. Y organizaciones de gobierno, medios de comunicación social y multilaterales deben tener doble cuidado con el uso del lenguaje que nos condena a reproducir estos estereotipos. Ojalá esta crisis sanitaria abra todas esas posibilidades.
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Foto: antena3.com