“A veces lo mejor que puede hacer una madre por un hijo es no tener más hijos”. Esta valiente aseveración la leemos de la última publicación de Melinda Gates “No hay Vuelta Atrás: El poder de las mujeres para cambiar el mundo”. Este libro ha sido un hermoso descubrimiento para mí, acostumbrada a pensar que algunas intervenciones que se hacen desde el poder empresarial en nombre de la superación de la pobreza se mueven por hilos enredados de intereses que inevitablemente despiertan sospechas.
Hemos seguido desde hace unos años las actividades que se hacen desde la Fundación Bill y Melinda Gates en torno a la planificación familiar y la educación. Sus reportes y data son rigurosos, bien sustentados, son fuente obligada de consulta. En sus prácticas sociales cuidan metodológicamente las mejores recomendaciones de abordaje comunitario, se insertan en las prácticas cotidianas de los grupos a los que asisten y, sobre todo, son muy respetuosos de las tradiciones y las culturas locales. Se apalancan en organizaciones que trabajan en sitio, con resultados extraordinarios.
Melinda y su marido, junto al equipo de la Fundación, han convivido en inmersión con poblaciones en Malaui, Nairobi, Bangladesh, Kenia, Mozambique, Ruanda, India y otros más. Destacan el valor de la empatía para escuchar y comprender las realidades que van descubriendo, conscientes de que las distancias demográficas, culturales, religiosas y personales, pueden ser obstáculo para la ayuda que otorgan. Respeto, parece ser el valor clave en el abordaje de estos serísimos problemas.
La mirada puesta en las mujeres
Este libro escrito por Melinda Gates viene a poner el foco en la importancia de la perspectiva de género en los esfuerzos por erradicar la pobreza extrema. Es inspirador leer como ella se implica emocionalmente en su propio proceso de búsqueda de la igualdad, un poco como el que hemos vivido todas: desde la más absoluta ceguera de género hasta la plena conciencia de que las desigualdades existen y que si no las abordas, pierdes tiempo, dinero y esfuerzo en intentar lograr cambios a nivel de desarrollo económico, político y social en las comunidades donde intervienes.
Lo mismo ratificó esta misma semana el World Economic Forum (WEF) en su reporte sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): “se puede resolver el cambio climático si se involucra a las mujeres” y destacan el “ODS 5 Igualdad de género”, como el objetivo más crítico de la Agenda 2030 del Pacto Global, por el efecto cascada que tiene en el alcance del resto de los objetivos. No escuchar el saber de las mujeres en temas sanitarios, agrícolas, humanitarios y ambientales, es desconocer cómo su vulnerabilidad afecta a los hijos, la familia y comunidades enteras.
En “No hay vuelta atrás”, más allá de revisar frías estadísticas, se revelan estudios de casos muy dolorosos de mutilación genital femenina, muertes maternas por violencia obstétrica, incremento alarmante de niñas fuera del sistema educativo, pobreza asociada a trabajo no remunerado, techos de cristal laboral, matrimonio infantil, entre otros. Son impactantes demostraciones de que la cultura del abuso y la desigualdad existe para sabotear el desarrollo pleno de las mujeres. Las cifras globales que ella aporta dan cuenta de la discriminación, la jerarquía social que privilegia a los hombres sobre las mujeres, la hegemonía masculina como razón para que esta sinrazón ocurra ante nuestros ojos y que las posibilidades de cambio estén tan obstruidas a nivel mundial.
Planificación de los embarazos
El mayor énfasis que ha puesto la Fundación de Melinda ha estado en el espaciamiento entre embarazos y la anticoncepción. Quiero destacar este aspecto de su libro, porque esta semana pasada se celebraron el Día Mundial para la Prevención del Embarazo No Planificado (26 septiembre) y el Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro (28 septiembre) y en Venezuela, varias organizaciones como AVESA, MUJERES EN LINEA, COMADRES PÚRPURA, CACLAI, EN TINTA VIOLETA, FEMINISMOINC entre otras, se están uniendo para poner sobre la mesa el necesario debate sobre la despenalización del aborto.
Las razones están muy bien fundamentadas y existen ejemplos palpables de países que han disminuido la tasa de mortalidad asociada a abortos mal practicados, lo que está llevando a muchos más a aprobar legislación que permita la interrupción voluntaria del embarazo. Esta misma semana en Oaxaca, México y en toda Australia, se aprobó legislación a favor del aborto.
Melinda lo pone en estas palabras: “cuando las mujeres pueden programar y espaciar sus embarazos, tienen más opciones de progresar en su formación, ganar un sueldo, criar a niños sanos, disponen de tiempo y dinero para dar a cada uno de ellos la comida, la atención y los estudios necesarios para prosperar. Cuando los niños alcanzan su potencial, no acaban siendo pobres. Así es como la familia y los países salen de la pobreza. De hecho, durante los últimos cincuenta años ningún país ha salido de la pobreza sin ampliar el acceso a los anticonceptivos”. Son muchos los problemas que dependen de invertir en mujeres para que se dé el definitivo despegue social y la libertad para que cada mujer decida qué hacer con su cuerpo es la palanca fundamental.
Melinda feminista
Después de mucho escuchar a mujeres relatando las enormes dificultades que tienen para vivir en desigualdad, Melinda declara ser una “feminista apasionada”. Y en su libro expresa: “para mí es muy sencillo. Ser feminista significa creer que todas las mujeres deberían hacer uso de su voz y desarrollar su potencial y que muchas mujeres y hombres deberían colaborar para derribar las barreras y acabar con las diferenciaciones que aún son un lastre para las mujeres”.
Aplaudo y admiro el hecho de que una filántropa, con tan alta exposición mediática, voz propia y tanto dinero, venga a alertar a todos sobre la urgente tarea de empoderar a mujeres y niñas para salvar al planeta. Y que además lo haga consciente de sus privilegios y aprovechándolos para aportar su parte en la ruptura definitiva del sistema patriarcal. Todas las personas deberíamos leer este libro.