Magaly Huggins Castañeda, docente investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la UCV, Magister en Administración de Justicia Criminal y Doctora en Estudios del Desarrollo, presentó bajo la tutoría de la Dra. Gioconda Espina esta tesis sobre la historia de las mujeres y su lucha por los derechos políticos en Venezuela.
Leemos en su introducción a modo de resumen: «Una revisión del discurso feminista desde el último cuarto del siglo XVIII y del movimiento sufragista desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX, incluyendo su repercusión en algunos países de América Latina y el Caribe, nos sirvió de instrumento analítico para estudiar las luchas de las mujeres venezolanas por los derechos políticos, durante la primera mitad del siglo XX, como parte fundamental del proceso de instauración y profundización de la democracia moderna y de la politización de la vida privada/doméstica. Para ello realizamos una recopilación y revisión bibliográfica que nos ubicó en los antecedentes en las acciones políticas de las mujeres en el siglo XIX y el contexto en el cual actuaron. Luego, en el siglo XX, profundizamos en las prácticas discursivas de las mujeres a partir de la entrada a la vida pública en los eventos que se generaron en la semana del estudiante de 1928, las campañas por el sufragio y su primer ejercicio de poder político en la Asamblea Nacional Constituyente de 1946. El estudio detallado de estos materiales nos permitió hacer visible la importancia de la participación femenina en la democratización de la democracia venezolana, además del desarrollo del movimiento de mujeres que, con las banderas feministas de igualdad de derechos políticos, por vez primera fue actor político en la historia de Venezuela»
Transcribimos aquí sus reflexiones finales
A lo largo de este trabajo hemos revisado la construcción del discurso del feminismo desde finales del siglo XVIII y su expresión organizada con repercusión internacional, el movimiento sufragista desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Esta indagación a través de algunos países de Europa, Estados Unidos y América Latina y el Caribe, nos proveyó de los elementos teóricos y acciones concretas que utilizamos para analizar las prácticas discursivas (Foucault, 1970/79) de las mujeres venezolanas a lo largo de la primera mitad del siglo XX, que hemos llamado “la otra cara de la generación del 28” y que lideraron las luchas por el sufragio femenino en Venezuela.
La búsqueda nos llevó a seguir la línea de desarrollo de dos fenómenos importantes desde el punto de vista sociopolítico: el papel de las mujeres en el proceso de democratización de la democracia moderna y la politización del espacio privado/doméstico. Estos dos procesos fueron simultáneos e íntimamente articulados y permitieron la construcción del sujeto mujer política. Durante todo el recorrido hemos seguido estos procesos, que nos dejaron ver como las mujeres se apropiaron del discurso de libertad e igualdad de la Ilustración, aun cuando ninguno de sus autores había pensado en ellas. De allí que exigir su inclusión en la democracia moderna era una consecuencia lógica.
Con estos instrumentos llegamos a Venezuela y trabajamos con documentos originales. Nos encontramos con las mujeres concretas que de puño y letra habían dejado en cartas, libros biográficos, artículos de prensa, revistas, comunicados públicos y documentos dirigidos a las autoridades políticas del país, su pensamiento y sus sentimientos durante la lucha. Los memoriales de agravio y denuncias sobre la injusticia a que estaban sometidas por carecer de derechos fundamentales en la casa y en la calle, las llevaron a la vindicación.
Las mujeres del 28 demostraron que el reclamo de la universalidad del voto era el más democrático y profundo para el colectivo de mujeres venezolanas. La movilización que lograron a nivel nacional, entre 1944 y 1946, para obtener el reconocimiento del sufragio fue realmente imponente, más aún si lo ubicamos en las condiciones de desarrollo de las comunicaciones que existía en Venezuela en esos años y, los métodos rudimentarios de reproducción que utilizaron con la revista Correo Cívico Femenino, instrumento principal de la etapa final de la campaña a lo largo y ancho del país.
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Profundamente democráticas en su identidad de mujeres, entendieron que sin democracia sería imposible obtener los derechos civiles y políticos que ellas demandaban y, desde el comienzo de la lucha contra la dictadura, asumieron su lugar en las calles, las cárceles y la organización. De allí su aporte fundamental a la vida política del país: lograron que los que luchaban por la democracia entendieran que sin ellas no sería posible alcanzarla y, cuando ya estaba en desarrollo este proceso, entre los años 1936 y 1944, levantaron de manera constante la bandera de la igualdad de derechos. Ellas, las invisibles, al igual que sus congéneres europeas, norteamericanas y del resto de los países latinoamericanos, hicieron visible que el voto universal masculino no existía, que sin ellas el sufragio nunca sería universal, pues excluía a la mitad de la población de la misma edad, por el sólo hecho de ser mujeres. Este significado tenía que ser cambiado a fin de poder incluir en él la presencia femenina y, esto se logró, en casi todos los países del llamado mundo occidental, a partir de las luchas sufragistas.
Al ponernos en su lugar, en lo largo y difícil que fue la lucha, no podemos más que reconocer la presencia del patriarcalismo cuando no las encontramos en los discursos políticos o en los trabajos de ciencias sociales y políticas. En estos últimos, ellas son invisibles y, en el registro para las nuevas generaciones, nuevamente el voto universal terminó ocultando el significado de las luchas de las mujeres para adquirir el voto y poder ser elegidas, quedando como una dádiva política de los dirigentes del momento. El voto universal y el discurso maternalista, fueron los instrumentos ideologizadores que ayudaron a disminuir la trascendencia de la acción política de las feministas que lucharon por democratizar la democracia. La historia siguió siendo media historia de la mitad de la humanidad, como decía Manuel Caballero. Pero las encontramos allí, en sus escritos y en los de algunos hombres que reconocieron su papel y las apoyaron.
Desde las primeras acciones de calle y la participación política por la seguridad y sobrevivencia de los hombres y mujeres que sufrieron la represión a partir del año 28, politizaron sus prácticas de cuidado y denunciaron ante el mundo la represión, la tortura y la muerte, mientras servían de correo entre los presos y sus familias introduciendo y sacando las comunicaciones de las prisiones. Sostuvieron entonces que había que reformar el Código Civil para lograr la personalidad jurídica que significaba un enorme paso en el derecho a la libertad. Para votar tenían que existir civilmente, y lo lograron.
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Ambas luchas paralelas habían tenido sus resultados, porque al tener ciudadanía civil no había argumento que les impidiera votar. Lucha más difícil esta última, porque atentaba contra el núcleo central del patriarcado, la mujer en la calle por derecho propio, de manera autónoma. Una afrenta al poder del padre, del hombre de la casa, del jefe del hogar. La lucha por el poder político. Y lograron una parte, la que quizá correspondía en su momento.
Y, es por ello que la lucha continúa. Lograr la paridad con alternabilidad en los listados de candidaturas a cargos de elección popular, es una continuación de esas luchas que iniciaron las mujeres por ser consideradas ciudadanas en igualdad plena de derechos con los hombres, hace ya más de dos siglos. Es la continuación del proceso de democratización de la democracia que las mujeres continuamos desarrollando, pasando por las políticas afirmativas.
Nuevamente será necesario enfrentar a los liderazgos políticos de los partidos democráticos ante su ceguera patriarcal que limita el desarrollo de los liderazgos femeninos. También, enfrentar el uso instrumental que muchas mujeres en cargos políticos hacen de los puestos representativos de elección popular a que han tenido acceso, que al lograr el cargo, pasan a ser representantes del partido y de sus dirigentes masculinos, olvidando o disfrazando sus compromisos con las mujeres.
Las dificultades para articular el discurso práctico concreto de la gestión pública con los lineamientos teóricos feministas, marca también las grandes limitaciones en la articulación de la gerencia administrativa y el discurso abstracto del feminismo, que es el de la libertad como condición fundamental de la igualdad. Este principio no sólo debe articularse con la práctica de la política en sus instancias gubernamentales, sino con los diferentes discursos políticos de los partidos en los cuales militan la mayoría de las mujeres que incursionan en la vida política y que son ellos, los dirigentes de los partidos, los que le delegan el poder que ellas disfrutan y agradecen. Esta articulación discursiva de la política y la práctica institucional feminista, es aún una tarea por hacer.
Por ahora, quisimos validar las prácticas exitosas de las mujeres venezolanas, la otra cara de la generación del 28, para reconocer y superar sus limitaciones y las que hemos construido en nuestra práctica, a fin de profundizar en la construcción de la mujer sujeto del feminismo sin caer en las trampas que el patriarcado sigue tendiendo en su eterno devenir.
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Por considerar que es un trabajo que debe ser leído por todas las generaciones de feministas que hacemos vida activa en el movimiento venezolano, le invitamos a leer todo su trabajo descargándolo acá con el amable permiso de su autora:
Gracias Magaly. Tu trabajo debe ser consulta y referencia obligada para quienes deseen incursionar en esta parte oculta para muchos, pero fundamental de nuestra historia venezolana, escrita por la mano de sus mujeres.