Análisis del texto de María Rigat-Pflaum
FES/Nueva Sociedad 2004
Planteamiento central del texto
El “gender mainstreaming” o “mainstreaming de género” (MG) es un enfoque utilizado formalmente por el sistema naciones unidas desde la conferencia mundial de la mujer de 1995. El concepto suele ser traducido como “transversalidad de género”, pero para muchos autores aún no consigue un equivalente que reúna todos los elementos que involucra el planteamiento. Puede ser entendido como una evolución en el abordaje de los reclamos feministas en las estrategias de desarrollo que, desde los años 70 del siglo pasado, pasaron por la igualdad de trato, la igualdad de oportunidades y la acción positiva hasta llegar al MG. Supone una revisión de todo lo revisable en todos los ámbitos de actuación posible, de tal modo que se supere la especialización de la acción por la mujer y se integre la necesidad de evaluar y considerar el género como factor crítico de desarrollo distinguido en todo lo que se hace y todos lo que lo hacen. Sus resultados aún no han sido suficientemente evaluados (al menos en AL) y algunos ya han criticado que esa integración puede facilitar la dilución de responsabilidades y el poder transformador de los enfoques previos, pero la autora concluye de manera optimista acerca de sus alcances y potencialidades.
Ideas clave del texto
El mainstreaming de género apunta a analizar los impactos diferenciados del sistema de género, como constructo cultural humano, en varones y mujeres, de tal modo que se identifiquen áreas de mejora para corregir desigualdades y facilitar el desarrollo pleno de la ciudadanía. El nuevo modelo puede ser entendido como la evolución desde los enfoques que, desde finales de los 60 del siglo pasado, identificaron diferenciación evidente en los resultados de las políticas hacia el desarrollo en países pobres (por ejemplo, los estudios de Boserup en África, 1970); pasando por la reestructuración del Fondo de NNUU para la Mujer (Unifem) en 1984 y la asunción de la Asamblea General del mandato de vincular los derechos de la mujer a la agenda global de desarrollo y a la mujer misma en los espacios decisorios de esta agenda y concibiendo la estrategia Mujer en Desarrollo (MED); avanzando luego a partir de la crítica a la simple inclusión de la mujer en los modelos de desarrollo concebidos sin ella, por lo que desde la conferencia de Nairobi (1985) surge el modelo de Género en Desarrollo (GED) y se extiende la aplicación del género, especialmente a través del entrenamiento (sensibilización y capacitación) y el análisis de género, cambiando las oficinas de la mujer a un rol coordinador más que responsable promotor de atender casos o situaciones específicas.
Las principales críticas y limitaciones vienen dadas por la capacidad misma de los modelos de desarrollo de alterar los problemas que pretende abordar, porque se acuerdan las estrategias, pero no siempre se cumplen y, por otro lado, también surgen críticas a la metodología por considerar que la “integración” que promueve en los sistemas medulares de desenvolvimiento institucional y cultural, facilitan la dilución de responsabilidades y, aún más grave, supone una acción previa de renuncia a su transformación más radical, es decir, se considera que merma el potencial de cambio sistémico implícito en los avances científicos y políticos del feminismo.
La autora describe el despliegue institucional del MG en Europa (oficial desde 1997) y destaca su desigual aplicación en AL. Concluye evaluando positivamente este enfoque, que para ella surge como propuesta constructivista y considera el potencial positivo de las relaciones para promover nuevos marcos y contextos. Supera así versiones del feminismo reivindicativo de la igualdad (énfasis en identificar y revertir dentro de la bipolaridad varón-mujer cualquier posible diferencia), también del feminismo de la diferencia (énfasis en la mujer y su mundo con derechos y cultura diferenciable y requerida de protección) para trabajar más a partir del feminismo crítico (se han dejado de considerar múltiples aspectos del mundo-mujer que serían útiles para complementar y revertir otros problemas de discriminación, debiendo ahondarse en estas relaciones -raza y etnicidad, ruralidad, orientación sexual, pobreza entre otras). Concluye además que no tienen por qué ser entendido como enfoque anulador de las iniciativas anteriores y apuesta por la coexistencia con las acciones más tradicionales para promover la igualdad de trato, de oportunidades y las acciones positivas para la integración de la mujer en los espacios de decisión, así como el potencial coordinador de los órganos de mujer.
Síntesis de los principales aportes recibidos
Aunque lo hayamos visto antes, quizá con más detalle y narrado por protagonistas más directas, en otras lecturas, me gustó la simplificación del proceso de cambio histórico-metodológico en el abordaje de nuestros asuntos desde el sistema NNUU. Creo que me apropiaré de esa narrativa, porque ayuda mucho a trabajar el asunto con políticos varones, que siguen viendo esta problemática con mucha confusión y, en ocasiones, me gustaría tener un resumen sencillo centrado en la “evolución del Mundo” y ellos suelen respetar el sistema NNUU. Si me refiero solo a la Conferencia de la Mujer creo que se refuerza la idea de “la reunión de las locas”. Hacer más énfasis en los cambios de sistema, más que en las conferencias y además aclarar su nivel de oficialización (incluyendo a Europa a partir de Amsterdam 1997) me parece una oportunidad.
Creo que también me ha ayudado el resumen sobre “los feminismos” y su propia lectura crítica de estos avances. Para mí MG es un avance muy importante. Lo extendería a aplicaciones metodológicas específicas en todos los ámbitos. La transversalización a la que deberíamos aspirar incluye a los varones discutiendo entre ellos estos asuntos y reeditando nuestras conversaciones desde su propia visión, a pesar de las dificultades para ahondar críticamente en los aspectos que a nosotras nos resulta mucho más fácil identificar (es decir, MG tiene mucho más potencial para “desvelar” que las estrategias y enfoques anteriores).
Dudas o cuestiones no resueltas
Aunque el tema de la formalización no me apasiona (entre abogados casi siempre me aburro) me hubiese gustado saber más sobre el impacto en las legislaciones nacionales de la asunción de ciertos protocolos internacionales (solo cita el caso de la UE a partir de 1997 y no me queda claro si se vuelve una norma a través de alguna regulación comunitaria europea) ¿Podemos apelar a algo similar en AL? ¿El parlasur habrá avanzado en algo en este sentido? No digo que tenga mucha importancia, dado el contexto político regional tan fraccionado y hasta polarizado, pero creo que puede servir de base a la conexión de los movimientos políticos y sociales nacionales en nuestros países.
Creo que lo que Rigat-Pflaum versiona como “feminismo crítico” fue excesivamente simplificado al asunto de la “conexión entre problemas y discriminaciones”, porque hay otros elementos de revisión crítica que cabría asumir como sustento al enfoque MG, por ejemplo, nuevas masculinidades o los enfoques más económicos (brechas productivas entre producto potencial y efectivo por discriminación de género). Quizá solo fue una manera de resumir su alcance. Igual coincido con su resumen sobre el carácter constructivista de la metodología, orientado a alterar relaciones y contextos.
Evaluación crítica personal
Me da la impresión que Rigat-Pflaum no asigna demasiada importancia a las críticas desde los enfoques más revolucionarios (vg. Lombardo) y yo coincido con ella. Siempre he sido de las que cree que, manteniendo todo el espíritu crítico y alimentando todas las opciones creativas posibles, se logra más desde dentro del sistema. Pero además pienso que MG no niega opciones revolucionarias, simplemente asigna la responsabilidad de su consideración y personas e instituciones que, por primera vez, tendrán algo más que una versión “protegida” de sí mismas. A veces creo que el principal problema del revolucionario (y todas lo hemos sido en alguna medida) consiste en acomodarse desde la crítica externa y, al mismo tiempo, promueve el acomodamiento del “conservador” que vive regulando el sistema y desconsidera la propuesta revolucionaria precisamente por ser externa.
Creo que deberíamos ahondar en este enfoque para, especialmente en AL, bajar metodológicamente sus potencialidades a todos los ámbitos. Por ejemplo, en mi localidad, en mi región, en mi país, hay partidos políticos manejando los temas de género HOY desde el enfoque “dar participación a la mujer” y se creen modernísimos por ello. Me refiero a los partidos por los que yo votaría, ni siquiera estoy haciendo la simple crítica del gobierno (que ha hecho una mescolanza de símbolos feministas partisanos guevaristas con las prácticas más patriarcales, militaristas y desfemeneizadas de poder). Creo que dando un paso atrás en términos metodológicos (para recuperar las prácticas de los 80 y 90 en términos de entrenamiento, a varones y mujeres, para sensibilización y capacitación) podemos avanzar rápidamente a conversar con candidatos (aún abrumadora mayoría) y candidatas (a veces machistas y patriarcalistas) hacia la incorporación de una visión MG en sus programas de gobierno.
Por último, comentaría que muchos de los que estamos activamente movilizados en redes feministas creo que, intuitivamente quizá, estamos aplicando MG. He participado en foros en los que surgen planteamientos poco tradicionales sobre el foco de atención de nuestros esfuerzos, para superar aquello de la violencia doméstica, el techo de cristal o las cuotas parlamentarias y de gobierno. Cada día es más frecuente reclamar sin tapujos la participación científica de mujeres en los foros más típicos de varones (economía, ingeniería civil, gestión de desastres, rescatismo, seguridad…) y no lo pongo como ejemplo neto de transversalidad, lo pongo como señal anunciadora, porque en la medida que estamos más cerca, como fuentes de emisión, estaremos más cerca de modelos integradores, en los que la discriminación (seguramente será además más leve, menos grosera) un día es la excepción y no la norma. Pero la aplicación de MG en Venezuela en términos de política pública parece mínima o simbólica. Por ello, todo pareciera ganancia al extender este enfoque.