Análisis del documento de Naila Kabeer
Planteamiento central del texto
Emulando a Chambers (sesgos dañinos para los más pobres, vinculados a las aproximaciones sociales de investigación o planificación) y Waring (sesgos de género en las mismas aproximaciones) la autora identifica, amplía y ejemplifica sus propias ideas sobre la manera en la que los procesos de planificación dejan de considerar importantes aspectos de la realidad, especialmente aspectos vinculados a la vida de las mujeres. Sus ejemplos se centran en Asia Meridional y también en África. Propone una reconfiguración general de los enfoques sobre el desarrollo, para tomar conciencia sobre el velo estructural que mantienen sobre las realidades en las que el género ha sido, es y seguirá siendo un aspecto fundamental para abordar los retos del desarrollo y, además (y quizá sea lo más importante que ella considera en su propuesta) retirar este velo puede significar también abrir un espacio de esperanza a la manera en que afrontamos el futuro, no solo en los países en transición a mejores estándares de vida ni tampoco en los países más pobres, sino a la manera en la que nos “constituímos” como hombres y mujeres, la manera en la que vivimos y lo que consideramos “razonable” de nuestras vidas para el futuro en todo el mundo.
Ideas clave del texto y síntesis de los principales aportes recibidos (porque todas las ideas clave fueron aporte neto recibido, sin desperdicio).
Dejar a la mujer al margen en los procesos de planificación es una práctica cotidiana en las aproximaciones (gubernamentales y de cooperación internacional) a los problemas del desarrollo. Por ejemplo, la pobreza es abordada sobre categorías que parecieran homogeneizar los impactos negativos, como “pueblo”, “campesinos” o “pobres”. Desde el punto de vista de la operación (la actividad) el sesgo suele presentarse al formularse los proyectos sobre la base de cosas, no de personas (por ejemplo, el proyecto de una carretera, de la que se asume una distribución de beneficios y beneficiarios insesgada por género -falacias de agregación-). Una de esas categorías que oculta falacias de agregación es el “hogar”. Los programas de desarrollo se concentran en llegar a los hogares y muchas veces lo hacen desde figuras como el “jefe de familia”, aceptando a priori los enormes problemas distributivos intra hogar.
Por otro lado, hay planes que sí consideran la particularidad de la mujer y aplican ideas pre concebidas sobre sus necesidades, estandarizando las respuestas (por ejemplo, cocina, cuidados, artesanía…) para evitar investigar y considerar a fondo sus problemas y necesidades. En otra área de sesgo, los censos, como actividad fundamental para sustentar todo el futuro ejercicio de planificación, produce generalizaciones que esconden profundas e impactantes injusticias de género (por ejemplo, “actividades del hogar” que evitan ahondar en los múltiples despliegues productivos que podría tener en espacios rurales o la diferencia sustancial en hogares pobres, en los que la mujer muchas veces se mantiene ocupada dentro de la casa, pero en actividades que ofrecen sustento -ingresos- al hogar). Otra área de sesgo viene dada por la “planificación sectorial del desarrollo” en la que agricultura, industria, exportación, comercio, servicios (activos e ingresos) se delimita en diferencia de las políticas sociales (pasivos y costos) y la mujer sufre doblemente de estas clasificaciones, porque está más intensamente involucrada en las segundas y porque su rol multitarea le dificulta la identificación clara como beneficiaria con el sector que habrá de generar proyectos “estanco” desde la política sectorial. Otra área de sesgo surge por la consideración de “necesidades reales” o “necesidades prácticas vs necesidades derivadas de la transformación de la estructura de poder” que lleva a atender prioritariamente roles como el de madre o a mejorar las condiciones de los hogares como factor de protección frente a la violencia doméstica. Se trata de políticas que perpetúan condiciones completamente disímiles de acceso al poder y que resultan fáciles de abordar en diferencias de raza/etnia o religión, pero que no se destacan igual si el pivote diferenciador es el género.
La propuesta del texto consiste en, luego de descubrir y subrayar estos sesgos y prejuicios, transformar integralmente las metodologías (y, por tanto, los procesos) de planificación del desarrollo. La primera herramienta es capacitar a mujeres y hombres sobre la distinción de género, sobre el género como construcción cultural. Esta es la base. El siguiente elemento es considerar el género como eje estructurador de relaciones y, desde ellas, de instituciones. Por ejemplo, el matrimonio y la familia tienen una determinada carga de relaciones y el trabajo y el comercio otra. No se trata de cuestionarlas como base de la sociedad, se trata de abordarlas en cada contexto y cultura para inducir cambios que faciliten nuevas oportunidades y contextos, no la simple reproducción a partir de los existentes. De aquí surgen más claramente el tercer y el cuarto elemento del modelo, la división del trabajo y el marco general de lo que se considera producción económica. Si se comprende en un contexto relacional e institucional que admite cambios y mejoras específicas, habrá mayor capacidad de incidir sobre los aspectos centrales de la distribución del poder en los procesos productivos y también habrá capacidad para reconfigurar la contabilidad de las actividades que se consideran producto. El quinto y último elemento consiste en promover el empoderamiento de hombres y mujeres para aceptar el compromiso de concebir un mundo diferente al incidir sobre estos sesgos y estructuras.
Dudas o cuestiones no resueltas y evaluación crítica personal
Muchas dudas, normales dada la multiplicidad y profundidad de áreas y métodos implicados en la propuesta. Por no dejar de citar alguna, la propuesta no ahonda en el proceso de capacitación que sirve de base al proceso de cambio. Podría parecer un asunto operativo subalterno, explicable por la breve extensión del texto, pero creo que cuando una capacitación tiene tales ambiciones de transformación, surge el dilema de ¿quién forma a quién? Pareciera que la formación de formadores, la creación de masa crítica, podría ser un aspecto fundamental para abordar un cambio tan profundo en las estructuras de gobierno y cooperación en el Mundo. Quizá el hecho de que Kabeer trabaje con un plan de formación similar al que propone, la hace sobrevaluar su operatividad (y quizá, su impacto). Quizá el trabajo previo si debería ser algo así como un manual inicial, a nivel de usuario, con capítulos extensos y listas de control (que ella considera como algo aparentemente trivial) dedicadas a cada área medular de cambio, por ejemplo, la contabilidad social del producto, tal cual comenzó a trabajar Waring. O sobre los censos, o sobre cada una de las áreas de planificación y gestión local que hemos venido abordando en módulos previos de este programa (que no entran a considerar múltiples aspectos de políticas públicas nacionales y globales).
Me formé en Isla Negra con Carlos Matus en planificación estratégica y he trabajado en alianza con organismos multilaterales en varios tipos de proyectos, incluyendo el de la reforma del Estado, que me parece inevitable considerar como marco para evaluar esta propuesta ¿cómo considerar la ambición de reconfigurar metodologías tan arraigadas sin reconfigurar “los estados” que las sustentan y despliegan? Probablemente Kabeer me diría: Susana, el Estado y la reforma del Estado, son figuras típicas de lo que se plantea como cambio de manera genérica y deja por fuera a las mujeres, jajajaja. Bueno, lo cierto es que no hay que ser muy conocedora del asunto para anticipar que se trata de una ambición MAYÚSCULA y, sin pretender restar ilusión a planteamientos tan revolucionarios (sin sesgo ideológico en la palabra) creo que necesitaría revisar muchos más ejemplos de lo que se pretende alterar con cada uno de los cinco elementos propuestos. Me refiero a que alterar radicalmente estructuras de poder implica suponer un conocimiento relativamente preciso sobre sus modelos, sus relaciones causales, sobre los factores reproductores de dichas estructuras y, podría asumir mi coincidencia con la autora, el entrenamiento de las personas sobre la presencia del género en esos factores y relaciones, puede ser poderosa. Pero los procesos de planificación generan sus propios rituales y el mismo Matus dedica la mayor parte de sus últimos escritos a enfrentar el problema (ya anticipado antes por Yehezkel Dror) de la inutilidad de un sistema de planificación mejorado si los gobernantes generan sus propias dinámicas y estructuras de poder más allá de las formalidades del sistema de planificación. Es decir, creo que la propuesta de Kabeer tiene como alcance límite la importancia misma de los sistemas de planificación del desarrollo para provocar desarrollo.
Más allá de eso, el texto es ilusionante, fascinante me atrevería a decir. Resume en pocas páginas mi propia manera de concebir el mundo masculino o masculinizado de la economía y mis sesgos (de hogar seguro, de escuela también, de toda una vida labrada en un país caribeño matricéntrico, pero patriarcal y machista) sobre las relaciones de poder a partir de las relaciones de producción. Sin ahondar en el asunto de la potencialidad transformadora, la simple idea de facilitar (desde las múltiples figuras e interacciones de gobierno y desde la cooperación internacional, sin restar posibilidades a la gente, partidos, ong´s, comunidades organizadas…) entrenamiento que facilite el acceso creativo a nuevos contextos y relaciones, me parece una idea muy poderosa, que seguramente ya está presente en otras ofertas de cambio, pero aquí se concreta en un conjunto de esfuerzos relativamente accesible, no fácil, pero posible. Si tuviera que anotarme en una lista de voluntarias promotoras, lo haría ya.
Ficha entregada como parte de las asignaciones de la Especialización en Políticas Públicas con Enfoque de Género, de la UIM y ONU Mujeres
Ilustración de fiotec.fiocruz.br