Hace unos días se realizó el 31º Encuentro de Mujeres en Rosario donde hubo la mayor convocatoria que se tenga registro en este tipo de encuentros en nuestro país.
Más de 70000 mujeres manifestándose contra la desigualdad que implica la socialización de género en una sociedad con una constitución que proclama igualdad formal pero como muchísimas inequidades concretas que afectan a ciertos colectivos sociales más profundamente. Se realizaron talleres, disertaciones y debates donde participaron distintos colectivos sociales, políticos partidarios, equipos gubernamentales de distintos estamentos estatales y mujeres interesadas en la temática.
Estas expresiones contraculturales son síntomas de que elementos de la cultura patriarcal y el modelo normativizante de prácticas sociales están actualmente en crisis de legitimación social aunque su poder de construcción y jerarquización de identidades sociales sigue vigente. Su poder deriva de la naturalización y esencialización de los roles sociales en base a la distinción por género. Se sostiene la desigualdad a partir de una distribución genérica del poder y los recursos que se expresa en los obstáculos relativamente mayores que las mujeres deben sortear para su desarrollo en la esfera pública y para lograr una mayor amplitud de grados de libertad para desarrollar su trayectoria de vida. Hay ciertas maneras socialmente aprobadas de ser que constriñen a hombres y mujeres. La tarea para un mayor desarrollo humano en general es aportar a flexibilizar los cánones de género y reestructurar la distribución de roles entre esfera pública y privada (quehaceres domésticos, crianza, entre otros) entre todas las personas superando mandatos prescriptivos y proscriptivos que propician definiciones estereotipadas de modos de vivir.
Hoy la repercusión mediática sobre el Encuentro es la misma que la del Encuentro de Mujeres en Mar del Plata el año pasado, el vandalismo sobre la Catedral de la ciudad y de otros edificios con consignas anticlericales e ingeniosas aunque violentas como “machete al machote”. En toda manifestación social amplia de reivindicación de derechos de grupos diversamente postergados pueden aparecer grupos radicalizados que optan por estrategias reivindicativas por fuera del sistema. Los movimientos contraculturales siempre corren el riesgo de utilizar herramientas, en este caso la violencia, propias de la estructura social a la cual pretenden combatir. Se genera un cuestionamiento desde la opinión pública fundamentado en la paradoja de pedir “basta de violencia contra las mujeres” utilizando métodos violentos y que, claramente, no representan a las mayorías que se manifiestan. Finalmente, se cae en la trampa del patriarcado. En vez de estar la mass media analizando y debatiendo las demandas concretas que miles de mujeres expresaron a través de la movilización y concentración para realizar talleres, disertaciones y debates sobre las problemáticas persistentes de la inequidad de género, se están reproduciendo las imágenes de los hechos de violencia y vandalismo hacia el edificio de una institución cara a los sentimientos religiosos de muchas personas (para otra reflexión queda el análisis de la no casualidad de expresiones anticlericales por parte de colectivos de mujeres ya que una institución profundamente patriarcal y de reproducción del modelo de hegemonía masculina ha sido y sigue siendo la Iglesia Católica, entre otras.). Se termina cayendo en la trampa del patriarcado porque se invisibiliza la demanda y el cuestionamiento a la sociedad jerárquica y se mediatiza los métodos paradojales de reclamo.
Para comprender ciertas manifestaciones sociales, sus derivaciones y nuestra relación con ellos es estimulante el uso de herramientas que otorga el pensamiento sociológico. Un concepto clave es el de hegomonía y otro el de ideología, constructos teóricos que se han desarrollado desde los inicios de esta disciplina hace 150 años aproximadamente. La masculinidad hegemónica es la masculinidad tradicional que se impone como modelo social hegemónico. Esto implica una forma particular de construcción de subjetividades, de corporalidades y una jerarquización social de la diversidad. Este complejo de valores jerarquizados socialmente desde que nacemos lo incorporamos en la formación de nuestro yo, al mismo tiempo que incorporamos una concepción del mundo que habitamos y hablamos. Esta estructura social interiorizada y hecha subjetividad es parte constitutiva de nuestro ser, por lo tanto es imperceptible como lo es el agua para un pez. Por este procedimiento de veladura ideológica sobre algo que es una construcción social pero se nos aparece con todas las características de algo natural e inmutable es que se genera consensos sobre dinámicas sociales que producen desigualdad y segregación de colectivos.
Se debe tener presente que la estructura patriarcal no es homogénea ni totalmente coherente lo que le permite contener ciertas contradicciones propiciando su reproducción dentro de una lógica dinámica que le otorga estabilidad. Por lo tanto, hay que tener presente cuando se organizan dentro de la sociedad, reclamos de colectivos en situaciones hegemonizadas para acortar las brechas de desigualdad el no caer en estrategias que sean funcionales a la reproducción de dicha estructura y que finalmente se termine banalizando o invisibilizando los mismos donde, en este caso, van la vida y calidad de vida de muchas mujeres y niños.
Esta misma semana, mientras se desarrollaba el Encuentro, aparece una mujer en nuestra Provincia, más exactamente en un barrio de El Bolsón, asesinada a puñaladas y su pareja está desaparecida desde el hecho, un presunto femicidio. Frente a esta expresión material tan cruda de creencias que circulan como ideales identitarios de lo que un hombre debe ser y hacer con respecto a las mujeres, debemos involucrarnos masivamente con las herramientas válidas disponibles para influir en la agenda pública y política e inventar otras que no le hagan el juego a la cultura patriarcal.
Artículo originalmente publicado en http://www.musasdigital.com.ar/articulo.php?nota=1275 y reproducido aquí con autorización de su autora.
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MUJERES VENEZOLANAS ALZAN SU VOZ CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
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Una baby boomer enseña a Bloguear
Comment (1)
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EXCELENTE ARTICULO , ESTE ANÁLISIS CONTRIBUYE A UNA MAYOR COMPRENSIÓN DE LO QUE SIGNIFICA EL PATRIARCADO EN LA ACTUALIDAD. QUIERO DESTACAR MI TOTAL ACUERDO Y PREOCUPACIÓN CON LA FORMA CÓMO SE LLEVAN A CABO LOS RECLAMOS DE ALGUNAS DE NUESTRAS COMPAÑERAS FEMINISTAS , QUE TERMINAN OBSTACULIZANDO EL EMPODERAMIENTO DE OTRA MUJERES QUE INICIAN SU ACERCAMIENTO AL TEMA DEL FEMINISMO. ES NECESARIO DISCUTIR CUÁL ES LA VÍA Y ESTRATEGIA MAS IDÓNEA PARA VISIBILIZAR LAS DESIGUALDADES , INEQUIDADES Y DISCRIMINACIONES DE LA QUE SOMOS OBJETO LAS MUJERES EN ESTAS SOCIEDADES PATRIARCALES. GRACIAS